Andrea Cuenca Botero

Una mirada desprovista de temores llegó al sector de Barbacoas y allí encontró música, encanto y la potencia de una comunidad con ganas de hacer arte.

Andrea Cuenca Botero

Andrea Cuenca Botero 1024 575 BIP Barbacoas

Una mirada desprovista de temores llegó al sector de Barbacoas y allí encontró música, encanto y la potencia de una comunidad con ganas de hacer arte. La profesora Andrea Cuenca Botero hace parte del equipo investigador que adelanta el proyecto de Prácticas de Resistencia y Valores Identitarios en Barbacoas. Esta diseñadora industrial, magister en diseño y creación interactiva, es también especialista en gestión de proyectos, hace parte del componente creativo del proyecto y se enfoca en la mediación de contenidos digitales. Para ella, esta experiencia ha sido la oportunidad de reducir la brecha que existe entre la academia y la vida cotidiana. 

Descubrir el encanto de un mundo lleno de matices

“Hablo de brecha, porque el conocimiento puede ser una forma que ejerce poder y opresión. En ese sentido, ha generado relaciones desiguales; entonces, a través de estos proyectos, la academia puede balancear las relaciones con la cotidianidad, cuando la relata, la investiga, cuando la vuelve su asunto de estudio desde la conversación. Eso requiere un diálogo y entender que esos conocimientos no están por encima de las comunidades, de sus propios saberes y de la generosidad con la que suelen corresponder ante la llegada de un proyecto como este, que invita a la creatividad”.

¿Cómo se vincula al proyecto Barbacoas y cuánto tiempo lleva?
 
“Llegué a trabajar a Bellas Artes en febrero de 2022 y me vinculé inmediatamente al proyecto. Allí estaban buscando una docente investigadora para asuntos de co-creación y transmedia para los programas de diseño interactivo y diseño audiovisual. Yo cumplía con el perfil y así ingresé al Instituto. Dentro del plan del proyecto, estaba trabajar junto con otros dos investigadores que habían sido asignados por Bellas Artes como contrapartida para este proyecto. Gracias a esa vacante que yo ocupé pude conectarme con Barbacoas en calidad de investigadora, pero Barbacoas fue antes la casa que habité con la comunidad BDSM en Divas y en espacios como la Kinky Munch, y también desde los festivales de artes eróticas”.

¿Cuál fue su papel o su trabajo específico en el proyecto Barbacoas?

“Mi rol ha sido acompañar la comunicación digital del proyecto, su apropiación y divulgación social a través de la página web y, posteriormente, con la creación de nuevos contenidos a partir del registro de las obras y de las experiencias investigativas en formatos como la inmersión desde el video 360. Al cierre, me estoy involucrando con una obra que está en camino para el Museo de Arte Moderno y es la performance que se suma a las tres obras del proyecto de investigación llamada ‘Una cuerdita al aire con Severina y Anaconda’”

¿Se ha establecido a cuántas personas ha impactado este proyecto? 

“El impacto del proyecto se puede medir desde diferentes focos. Uno de ellos está en las personas que han trabajado directamente en los talleres de investigación creación, es decir, los jóvenes del sector, artesanos, miembros de la Junta de Acción Comunal de Barbacoas. También hay incidencias indirectas pero cuantificables, que son las personas que se identificaron con el colectivo y la galería Divas, que han venido participando en espacios de conversación con el proyecto como el Museo de Antioquía, el Museo de Arte Moderno de Medellín, el Museo Nacional y el Bronx Distrito Creativo. 

Aparte de estos impactos, a través del ecosistema digital, estamos divulgando las experiencias investigativas a nuevas comunidades y a otros públicos a los que no habíamos llegado en el territorio. Algunos de estos productos son 10 cápsulas radiales para la emisora Radio Bolivariana, que transmite una cápsula semanalmente y significa llegar a una comunidad diferente a la planteada inicialmente que eran los que migran, visitan y residen en el sector de Barbacoas, lo cual es importante, porque desde los nuevos relatos que producimos para otros medios, estamos empezando a encontrar un impacto más amplio, pero no tenemos todavía cifras exactas de la apropiación social del conocimiento”.

¿Qué aportan las expresiones artísticas a una comunidad como la de Barbacoas?

“Cuando hablamos de que un proyecto de investigación creación en Barbacoas, además de registrar las obras de arte que producimos los investigadores y las investigadoras, es necesario visibilizar el diálogo que hizo posible que las personas del territorio y las comunidades participantes se animaran a expresarse creativamente y conocieran las diversas manifestaciones de sí mismos y de los otros durante un taller de dibujo, mediante la pintura del mural, arriesgándose al canto para la carreta sonora o elaborando la pregunta que le provoca observar a una performance nocturna. 

Cuando nos juntamos a crear en comunidad, las expresiones son tan diversas y tan abiertas que pueden ayudar a estrechar lazos para la vinculación en las sociedades complejas que habitamos. Por ejemplo, si unos colores nos gustan hay un acercamiento a ellos, pero si el sonido que los acompaña no me agrada puede haber distanciamiento. Hay imágenes que transmiten calma y otras apelan a la provocación o el juego; unas y otras, son formas de relacionarnos con el espacio, el tiempo; por ejemplo, al observar el paso de unos tacones sobre el asfalto mojado iluminado por las luces de un semáforo, darse cuenta de esto puede hacer sentir que los segundos pasan despacio.

Quizás sea el deseo de mirar a las calles de Barbacoas con encanto, por lo que me gustaría, además de cuantificar los aportes, que ya cuenta con 25 productos entregados, considerar los aportes en términos de la transformación en la comunidad, desde las experiencias compartidas, puede haber transformaciones y el tiempo nos ayudará a encontrar hacia dónde se movieron esas sensibilidades.

¿Qué considera usted que debe quedar como aporte de este proyecto en los habitantes de esta comunidad?

“La sensibilidad que un territorio como Barbacoas comparte al arte, a los procesos de creación, y el poder cambiar la perspectiva de quienes investigan, me parece que son formas de validar que el proyecto logró una apertura al conocimiento. Me encantaría pensar que la forma como se crearon las obras hará posible nuevas formas de sentir, de relación, de inventar, que darán lugar a nuevos refranes, a chapas para las personas, que serán parte de las selfies, como expresiones de la identidad que ayudarán a comprender lo que empezó a sucederle a su entorno luego de la elaboración artística compartida. 

Un día aparecieron un montón de personas, llegaron con pinturas, pinceles, colores, con equipos tecnológicos, y con los modos de andar de las gentes que visitan al centro, y que se fueron amañando por la forma comunitaria que en Barbacoas se suelen tratar; aparecieron reflejos contados por personas que no necesariamente son sus habitantes, y se dio un diálogo. Creo que ese diálogo es lo que deja este proyecto, una conversación que se ha materializado a través de expresiones artísticas”.

Descríbanos ¿Cómo fue su primera visita a Barbacoas, qué pasó ese día, a quiénes conoció, qué sensación le generó el espacio?

“Tuve dos encuentros. El primero cuando fui a ‘juniniar’ y a conocer el café Versalles en una visita turística y me contaron que el centro ha sido el lugar desde el cual se hacía posible el mundo para las comunidades LGTBI+Q, en el siglo XX en Medellín. Posteriormente, como residente de la ciudad, mi primera visita consciente a Barbacoas fue a la apertura de la galería Divas. 

En la exposición de arte conozco a Tere y a algunos artistas como Omar Ruiz, a la comunidad BDSM, a los melómanos y melómanas que frecuentaban a las Delicias, y a las mujeres trans. Recuerdo que fue una sensación muy bonita del lugar, una experiencia maravillosa, porque es sentir que hay mundos posibles y ahí estaba yo, con mi pinta BDSM, así fue esa primera vez. Como no soy de Medellín, tengo la fortuna de conocer el Barbacoas que el arte ha hecho posible, no tengo la memoria infantil ni los recuerdos homofóbicos, transfóbicos, clasistas, que pueden generar en muchas personas”. 

¿Qué lectura hacen los habitantes del sector del resto de la ciudad, o más específicamente del centro?, ¿Cómo cree usted que un vecino de Barbacoas puede describir a alguien de afuera de este entorno? 

“Esa es una excelente pregunta, pensando por ejemplo en la conversación que tuve con Santiago. Yo no creo que ellos hagan una distinción entre lo externo e interno de Barbacoas. O pienso en el profe Omar que lleva a los estudiantes de salida por el sector o en Jorge que tiene allí su taller, digamos que la única ocasión que hemos hecho un comentario, que me haya quedado en la memoria, fue acerca del lugar donde está el taller de Jorge Zapata, alguien dijo que esa es la única cuadra de Medellín donde no se pueden tomar fotos con el celular. Pero, más allá de ese comentario desprevenido, no. Lo que sí sé es que hay unas formas de habitar ciertos sectores en Barbacoas que no son comunes. Seguramente sus habitantes sentirán prejuicios en ciertas ocasiones; pero, distinguir desde el punto de vista de ellos, a mi me cuesta porque no podría hablar a su nombre cómo se perciben fuera del territorio”.

¿Qué aspecto cree que es importante que el ciudadano del resto de Medellín conozca de Barbacoas? 

“Me parece fundamental recorrer sus calles y sus memorias, conocer sus habitantes de carne y hueso, recorrer a Barbacoas es posible para todes, y si hay temores, prejuicios, fobias, el arte es un excelente mediador entre la psique y la vida cotidiana. Pueden empezar por visitar los museos y luego transitar esos lugares increíbles que ahí están a la espera de un encuentro casual, más allá de esas emociones que pueden ser difíciles cuando se mencionan como lugares de memorias y que están asociados con Barbacoas”.

¿Qué acciones se pueden emprender para que las nuevas generaciones de la comunidad tengan un mejor futuro?

“Visitando el sector, definitivamente es hacia donde quiero orientar esta pregunta que me parece muy valiosa, es que los imaginarios y los fantasmas que recorren la memoria colectiva acerca del centro de Medellín, incluyendo Barbacoas, afectan las posibilidades de ser, de expresarse, desarrollarse, de identificarse, a los jóvenes, a las chicas trans, a las personas migrantes. Lo que podría limitar las posibilidades de futuro es quienes no están en el sector, no lo conocen, no lo comprenden y no le dan el valor para conocerlo y visitarlo, para que se hagan una versión más cercana de lo que es en realidad Barbacoas”.

¿Cuáles son las prácticas de resistencia y qué significado tienen en este sector?

“Hablaré desde mis sensibilidades artísticas. Puedo decir que hay tantas prácticas de resistencia como personas y habitantes tiene Barbacoas, pero como queremos circunscribirnos a la investigación, me voy a referir a dos en donde las personalidades, las corporalidades se siguen manifestando como únicas, gozosas, intelectuales, independientes, laboriosas, desde Alpujarra hasta el Museo Casa de la Memoria, entre la Oriental y la Bolívar. En Barbacoas se ven grandes expresiones musicales espontáneas, a capela, con instrumentos hechos de objetos recuperados, música electrónica de discoteca interpretada por DJ locales, pregones bailados para vender la fruta, es decir, es un lugar que tiene la musicalidad más increíble que te puedas imaginar. También es un lugar para reconocerse como sujeto erótico, el erotismo en el sector ha prevalecido a muchas identidades y formas de ser y estar, resistiendo a pesar de la violencia estructural. Ese maravilloso descubrimiento que Barbacoas nos ha permitido reconocer a muchos visitantes, residentes, investigadores y que hoy quiero destacar con esta entrevista”.